Un sistema en transformación

La evolución de la fortificación viene marcada por los avances en los medios de ataque. En este espacio temporal de los siglos XIII al XV y en el reino de Castilla hay dos grandes hitos o momentos.
El primero es el empleo de un arma ya conocida como los almajaneques o trabuchetes pero los almohades introducirán la novedad de utilizar piezas más grandes y en gran número –formando baterías- por lo que pueden lanzar proyectiles más pesados y en mayor cantidad.
Inmediatamente la defensa debe actuar y lo hará en dos fases. En la primera de una manera pasiva opta por reforzar las murallas introduciendo la torre pentagonal en proa. En un segundo momento actúa de una manera activa incorporando al sistema defensivo los trabuchetes y almajaneques desde esas mismas torres pentagonales en proa, si bien las han aumentado en tamaño y altura.
Además se introduce un nuevo sistema defensivo -la barrera o antemural- con el objeto de incorporar la ballesta. Una nueva arma que primero se introdujo en los ejércitos atacantes y que rápidamente la adoptan los defensores.
El siglo XV traerá la sustitución de las armas de torsión por las armas de fuego. La lombarda de de tiro tenso por el trabuchete y el cuartago de tiro curvo por la honda. También la ballesta será sustituida por el trueno y la espingarda.
La defensa debe actuar y emplea, actualizándolos, sistemas que ya han dado buen resultado en el periodo anterior. El foso que se amplía tanto en profundidad como anchura. La barrera que ahora servirá para espingardas en vez de para ballestas y se crea un nuevo elemento: el baluarte de antepuerta, con el objeto de defender la parte más vulnerable del sistema, que siempre es la puerta principal.
Proceso tecnológico que llega hasta finales del siglo XV en que surge el castillo artillero desapareciendo todo vestigio del antiguo castillo medieval.

José Javier de Castro Fernández Asociación Española de Amigos de los Castillos