Tema 4: La vida pública (II): los espectáculos

Si tenemos presentes el afán de lucha, el deseo de victoria y el esfuerzo físico, tendríamos que considerar los juegos gladiatorios como un deporte. Sin embargo, la presencia de ideas religiosas y el furor ante la sangre de los gladiadores los convertían en un auténtico ritual. Eran, en cualquier caso, un simple espectáculo.
En el periodo republicano correspondió a los magistrados de turno la organización de los juegos. No obstante, estos también podían ser sufragados por particulares para conmemorar un éxito personal como su elección para un cargo administrativo. En época imperial los emperadores se responsabilizaron de la organización de los juegos a través de los curatores ludorum.
Los principales tipos de gladiadores eran: el sammis o samnita, el sector, el oplomachus, el murmillo, el retiarius, el trax o tracio, el essedarius y los equites.
Por otro lado, también fueron muy importantes las naumaquias o simulacros de combates navales que tuvieron por escenario los anfiteatros convenientemente inundados.
Asimismo, también tuvieron éxito las venationes, es decir, las cacerías de animales salvajes en los anfiteatros.
Muy aclamados eran también los acróbatas que burlaban a las fieras con saltos y fintas o escondiéndose detrás de puertas giratorias.
Por lo que concierne a las carreras, desde época monárquica las de cuadrigas tuvieron por escenario el valle comprendido entre el Aventino y el Palatino, donde, con el tiempo, se ubicaría el Circo Máximo. Las carreras de cuadrigas representaron un verdadero negocio, ya que existían cuadras privadas que satisfacían la demanda de caballos de carreras que se alquilaban, junto con los aurigas, a los magistrados encargados de organizar los espectáculos. Los tiros tenían dos caballos (bigae), tres (trigae), cuatro (quadrigae) y, en tiempos posteriores, seis (seiuges) o incluso siete (septeiuges), si bien el más habitual era el tiro de cuatro caballos.
Con menos frecuencia el circo también podía ser utilizado para otros espectáculos, como el de los desultores, hombres que montaban dos caballos y pasaban de uno a otro cuando los animales galopaban a toda velocidad.
Desde muy temprano la sociedad romana adoptó la costumbre helenística de celebrar los acontecimientos más relevantes y significativos de su Historia con la representación escénica de célebres dramas. En realidad, las primeras obras de teatro no fueron sino traducciones de las obras griegas, pero progresivamente dejaron de serlo, aunque sin llegar nunca a convertirse en obras realmente originales. Las obras de teatro se adaptaron perfectamente al público, lo que también tenía, en el fondo, claros motivos políticos, pues la sociedad romana se entretenía con el teatro por ser el único genero literario que reflejaba la vida del día a día, y por consiguiente los ediles las utilizaban como recurso para lograr las voluntades de sus futuros electores y favorecer de esta manera su promoción política. En cuanto a los géneros, existían pantomimas y farsas, tragedias y comedias.

Miguel Ángel Novillo López profesor ayudante doctor-UNED

Raquel Viejo Montesinos realizadora CEMAV, UNED