¿Se les adoraba, se les quería o se temía a los difuntos en el mundo romano?
Eran objeto de veneración y respeto, pero también se les tenía miedo. Estaban los espíritus buenos, los Lares y los Manes, que eran los espíritus de los antepasados a los que se veneraba y cuidaba. Pero también había otros espíritus que eran inquietos, turbulentos y nocivos, los que asustaban a los hombres con apariciones nocturnas, se llamaban “larvae y lémures”.
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María Pilar Fernández Uriel profesora de Historia Antigua, UNEDRosario López de Haro Rubio redactora - locutora, CEMAV, UNED
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