LA
ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO
Y SUS COLABORADORES JUDÍOS |
(Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios
Toledanos)
Desde la tercera década del s/XII hasta
bien entrada la mitad del s/XIII se dio en Castilla una ingente labor
de traducción del árabe al latín primero, y, más tarde, del árabe al
castellano, fruto de un esfuerzo conjunto de sabios moros, cristianos
y, sobre todo, judíos, en lo que dio en llamarse La Escuela de Traductores
de Toledo.
Estas versiones, latinas o castellanas,
de textos árabes, inyectaron en los centros de enseñanza peninsulares
y ultrapirenaicos un gran caudal de conocimientos nuevos que cambiaron
casi por completo la trayectoria del saber latino preparando el camino
para el formidable avance que supuso el Renacimiento.
La labor traductora a que nos referimos
se extiende desde 1130 a 1287 y puede dividirse en dos grandes épocas:
Raimundiana (1130-1187 DC) y Alfonsina (1252-1287 DC); el periodo comprendido
entre ellas fue de transición.
ÉPOCA RAIMUNDIANA: sobre todo traducciones de asuntos filosóficos. Un
arabista u un latinista vierten los textos al latín.
ÉPOCA ALFONSINA: traducciones de obras de carácter científico: Los equipos
de traductores comprendían a un arabista y aun romanista, auxiliados
por un “enmendador”, un “capitulador” y un “glosador”. La lengua final
de las traducciones fue en romance castellano.
En la época RAIMUNDIANA cristianos,
moros y judíos se encontraban fatalmente separados y, a la vez, se necesitaban
mutuamente, lo que les obligó a un esfuerzo común pero con diferentes
funciones: los cristianos como receptores de la ciencia recogida y desarrollada
por los musulmanes y los judíos como mediadores entre ellos.
A) La ciencia en la época medieval.
El intercambio cultural entre cristianos, moros y judíos (en Europa)
comenzó antes del 1130, pero solamente cuando los prejuicios de religión
fueron vencidos (sobre todo en España, y concretamente en Toledo, donde
se conceden a los judíos los mismos derechos que a los cristianos),
en los s/XII y XIII y los tres grupos trabajaron juntos fue cuando las
ciencias florecieron.
Los cristianos en Europa, caído el imperio romano, se aislaron de Bizancio,
heredero del intelectualismo helénico y los nuevos reinos de origen
germánico no ayudaron mucho al mantenimiento y desarrollo del saber
romano. Los árabes, con su capacidad receptora y sincrética, eran los
depositarios del saber griego, recogido en sus contactos con los bizantinos,
y de la ciencia india, que recibieron junto con la persa, en el oriente
(filosofía y didáctica, matemáticas, astronomía, astrología, geometría
y medicina); los conocimientos árabes, además de dar fuerza a las ciencias,
inspiraron temas y formas literarios (en la poesía provenzal, en la
obra de Dante y Ramón Llull). El pueblo hebreo se movía por tierras
islámicas y cristianas, estableciendo un doble intercambio comercial
e ideológico, aunque siempre se encontraron sujetos a los poderes islamismo-cristianismo,
actuaron como lazo entre ambos.
Toledo poseía una tradición: contaba con libros, mecenas y traducciones
y, sobre todo, convivían en ella judíos, cristianos, musulmanes, mozárabes
y mudéjares que tenían como lengua propia primero el árabe y, más tarde
el romance.
B) Toledo, tradición y mecenas. Toledo, colocada en el centro de la
península, entró en la historia como colonia romana en el s/II de la
era común; más tarde los visigodos establecieron en ella escuelas; con
la rendición de Toledo a Tarik (715 DC), se aprovechó de la cultura
que le fluía de Córdoba, unida a su vez al oriente y norte de África,
don de el Islam estaba en contacta con chinos, mongoles, malayos, sirios,
griegos y coptos y, por todas partes, con los judíos. En Córdoba se
reunían escritos de los grandes maestros clásicos y al-Hakam II organizó
una biblioteca con más de 400.000 volúmenes y contaba con sabios, escribanos
e “iluminadores”, incluso trabajaban en ella dos mujeres, Lubna y Fátima,
muy dedicadas a la gramática y poesía. Parte de los libros de esta biblioteca
fueron a parar a Toledo como resultado de la invasión de los Almohades.
Cuando Toledo se constituyó en un modelo de los reinos de Taifa, sus
reyes siguieron con la tradición , y se creó en la ciudad un centro
de estudios astronómicos del cual salió una redacción de la Tablas Toledanas.
Además tenía grandes bibliotecas (como la de Ibn al Hanasi, que importaba
los libros del oriente).
El pueblo hispano-hebreo. Los judíos se arabizaron de tal manera que
las minutas de la sinagoga de Toledo se conservan escritas en árabe
hasta finales del s/XIII y los nacidos en Toledo escribieron en esta
lengua, de la que llegaron en hacerse maestros. Los sabios expulsados
de las academias de Sevilla y la de Lucena y del resto de territorios
árabes, fueron invitados a venir a Toledo por el rabí Yehuda Aben-Yosef
Aben-Ezra y se establecieron en la ciudad convirtiéndola en el centro
de estudios talmúdicos más floreciente de la península, apoyado por
familias judías poderosas que actuaban de mecenas.
C) Don Raimundo, propulsor de traducciones
y mecenas de traductores. Natural de Salvetat, en Gascuña fue traído
por su predecesor en la sede metropolitana, el Arzobispo Bernardo, que
murió el 2 de abril de 1125, confirmando entonces el Papa a Don Raimundo
en este puesto y en 1128 consiguió que sus clérigos quedaran exentos
del servicio de las armas y, entre otros hechos, en los últimos años
de su vida se dedicó a la urbanización de Toledo. Todos los autores
aceptan su posición como mecenas de traductores y Menéndez Pidal menciona
que fue la fuerza de las circunstancias las que le obligaron a ello
(el contacto con los extranjeros, su pertenencia a la orden de San Benito
que mantenía escuelas filosóficas y teológicas en distintos puntos de
Europa. Además es la época de las cruzadas y la expansión del cristianismo,
Pedro el Venerable, de la orden de Cluny recorre diversos países y viene
a España en 1141. El Corán fue traducido entre 1141 y 1143. Los clérigos
mozárabes, cuya lengua materna es el árabe, podían traducir al romance,
mientras que los otros, más eruditos lo ponían en latín. Además el sector
judío tenía sus academias, lo que apoyó a que Don Raimundo creara la
suya propia, pero haciendo hincapié en las traducciones, no en la enseñanza.
Finalmente el Arzobispo luchó por la supremacía de su sede frente al
resto de la península, se preocupó del bienestar de sus clérigos, de
la urbanización de la ciudad y el regadío de sus campiñas, poseyó bibliotecas
con abundancia de textos árabes y tuvo cierta jurisdicción sobre la
brillante aljama: dado su carácter ambicioso querría rivalizar con otras
ciudades y sedes catedralicias de Europa.
Traductores de la Época Raimundiana:
Abelardo de Bath. Iohannes Avendeut Hispanus, Dominicus Gundissalinus,
Gerardo de Cremona y otros (Alfredo de Sareshel, Plato Tiburtinus, Rodolfo
de Brujas, Roberto de Chester, Hugo de Santalla).
PERIODO DE TRANSICIÓN:
Comprendido entre 1187 y 1257 DC, la Escuela Toledana decae y casi permanece
inactiva, siendo lo más relevante el comienzo del uso del romance como
lengua final de las traducciones. En esta época trabajan Miguel Escoto,
Marcos de Toledo y Hernán Alemán. La importancia de este periodo radica
en la calidad de las traducciones, que refuerzan la creencia aristotélica
corriente en las universidades europeas..
DIFERENCIA ENTRE LOS DISTINTOS PERIODOS.
Tanto en la época raimundiana como en la de transición los traductores
se organizaban en parejas: uno dominaba el árabe y el otro el latín.
El judío o mozárabe trasvasaba el contenido de trabajos en árabe al
vulgar y el cristiano lo ponía en latín: la lengua común a los dos era
el romance.
En la época alfonsina los equipos de
traductores lo formaban un arabista y un romancista auxiliados por un
“enmendador”, un capitulador y un glosador. Cuando la traducción de
la obra original se extendía al latín o francés, se añadía un nuevo
perito en estas lenguas. En este periodo cobraron gran importancia los
traductores judíos respecto a los cristianos, al contrario de lo que
sucedió en la primera época. Asimismo, se hizo gran hincapié sobre las
traducciones de astrología y astronomía, con elusión de tratados sobre
filosofía y minimización de obras tocantes a religión.
APÉNDICE:
Dejando correr la fantasía se ha llegado a suponer que la Catedral de
Toledo habría acumulado un valioso fondo bibliográfico en árabe, siendo
incluso la heredera de la biblioteca de la mezquita de Córdoba, siendo
esta herencia solo comparable a la biblioteca de Alejandría.
El monasterio trinitario de Toledo fue lugar de trabajo de Hermann el
Alemán.
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